La sencillez como fórmula del acierto

José Lara

La versión de Romeo y Julieta dirigida por Jorge Ávalos dentro del ciclo La Ópera que nació del Teatro, es un ejemplo de que la sencillez es la mejor fórmula para hacer de un montaje un gran acierto.

El clásico de William Shakespeare, el cual tiempo después Charles Gounod trasladó a la ópera, fue presentado el domingo pasado en la Biblioteca de México José Vasconcelos, cuyo patio central fue abarrotado por el público.

La obra producida por Sylvia Rittner (Arpegio Producciones), resultó una interesante simbiosis entre ambas artes escénicas, ya que su conjugación derivó en un espectáculo poco habitual y gozoso.

La historia la cual relata la enemistad entre los Montesco y los Capuleto y cómo a partir de ese encono surgió el trágico amor entre los vástagos de ambas familias , prácticamente fue resuelta por el trabajo de los jóvenes actores y cantantes de ópera, quienes demostraron que la disciplina y el talento pueden sustituir a los fastuosos proyectos con soberbios ejecutantes.

Para efectos de ambientación y escenografía, la arquitectura de la Biblioteca de México fue la mejor alternativa que se pudo elegir para dicha puesta en escena, en la que antifaces, cintos, mandiles y bufandas rojas y azules distinguían a ambas familias cuyos vestuarios coincidian al llevar el color del luto.

Bien apegada al texto shakesperiano, la obra transcurrió entre arias y escenas teatrales, de modo que el público no asiduo a ninguna de las dos expresiones artísticas, tuvo la oportunidad de experimentar tanto el idilio como la tragedia en una forma equilibrada.

Fue así que el trabajo de los actores Eréndira Dávalos y Alejandro Belmonte en sus papeles de Romeo y Julieta, así como de los demás integrantes del reparto, constituyó un apropiado binomio con las intervenciones de la brillantísima soprano María Katzarava, que junto con los demás cantantes sedujo al público con excepcional talento vocal.

En su calidad de historia universal, esta versión de Romeo y Julieta reitera a las pasiones como el fermento del alma y da cuenta que el afán de superioridad entre las familias (o las razas) así como los oscuros hechos (como asesinatos) derivados del rencor y la soberbia, son actos que inevitablemente se vuelven contra la propia sangre.

El proyecto La Ópera que nació del Teatro incluye otros montajes como El burlador de Sevilla de Tirso de Molina y Mozart; y El barbero de Sevilla o la inútil precaución de Beaumarchais y Giacchino Rossini. Al igual que Romeo y Julieta, estos espectáculos constituyen una propuesta modesta pero a la vez muy ambiciosa, cuya razón de ser consiste en sacar el teatro y la ópera de sus recintos cotidianos, para llevarlos a lugares públicos y fomentar en las personas el gusto por estas artes escénicas.

Sobresaliente y admirable es el trabajo de este equipo de artistas así como de Arpegio Producciones, quienes generosamente apuestan a la creación de nuevos públicos así como a la realización de proyectos artísticos con un genuino sentido social.

 

abril 4, 2009 at 6:38 am Deja un comentario

La creación de públicos de ópera ha encontrado un terreno fértil en nuestro país

Gilberto Meza

Julieta se transforma en el escenario. Deja de ser la heroína trágica de Shakespeare para convertirse en la diva de Gounod, transfigurada a su vez en lavoz de María Katzarava, que inunda el pasillo principal de la Biblioteca de México José Vasconcelos, transformada en peculiar escenario operístico, con un telón de fondo rojo, un enorme y vaporoso cielorraso, con un piano de media cola cuyas notas irrumpen para acompañar las voces que inundan a un público que sigue las vicisitudes de los amantes de Verona.

Por este mismo pasillo donde hoy se alza el escenario caminó al paredón don José María Morelos y Pavón. Por aquí también fue arrastrado a la tortura don Gustavo A. Madero. Pero hoy está ocupado por 300 butacas, llenas de jovencitas, parejas, estudiantes que al terminar su consulta en la biblioteca llegaron atraídos por la música; adultos vestidos de mezclilla y portafolios raído que llegan apresurados del trabajo, personas de la tercera edad que tienen la oportunidad de revivir un gusto que no olvidan; niños traídos por sus padres para mostrarles un espectáculo en vivo, distinto, que les muestre que hay un mundo más allá de las pantallas de la televisión o las computadoras… todos convocados por este espectáculo que intenta llevar teatro y ópera en una mixtura que permite ofrecer sus beneficios a neófitos y melómanos.

La voz de Katzarava llena el enorme pasillo descubierto; junto con las del joven tenor Dante Lorenzo Alcalá (Romeo), la del bajo Charles Oppenheim (Fray Lorenzo) y la de la mezzosoprano Jéssica García que en la celda del franciscano le recuerda a Romeo que «Dios hizo al hombre a tu imagen…» en el momento culminante en que éste decide casar a los jóvenes enamorados para exorcizar la rivalidad que se cierne sobre Verona por las venganzas sucesivas y la intolerancia familiar.

Estamos, otra vez, frente a la tragedia eterna de Shakespeare, quien a través de sus versos nos muestra los frutos del odio. La escenografía y el vestuario no podrían ser menos austeros. El llano de las escalinatas fue transformado en foro. Actores y cantantes visten de riguroso negro; si acaso, alguna chalina roja para distinguir a algunos personajes. El resto se deja a la imaginación del público, la misma que permite el disfrute de un espectáculo en el que la apuesta principal es el gusto por el arte.

Una semana antes, al inaugurarse la serie de lecturas dramatizadas y arias operísticas lanzada conjuntamente por el Conaculta, el INBA, Arpegio Producciones y Anónimo Drama en la Biblioteca de México José Vasconcelos, tuvimos oportunidad de deleitarnos con las vicisitudes de El burlador de Sevilla de Tirso de Molina y Don Giovanni, de Mozart, en un programa que concluirá el próximo jueves 10 y el domingo 13 de noviembre con la escenificación de El barbero de Sevilla o la inútil precaución, de Pierre-Agustín Carón de Baeumarchais y la ópera del mismo nombre de Giacchino Rossini, entreveradas por los directores Iván Olivares, Jorge Ávalos y Luis Esteban García.

El trabajo comprende también a  Ángel Rodríguez, director musical y pianista  concertador; la coordinación musical del ciclo es de Vladimir Rueda y la producción  ejecutiva de Sylvia Rittner, de Arpegio Producciones. .

Todos ellos empeñados en un esfuerzo por llevar obras de primer nivel a un público generalmente excluido de los grandes circuitos operísticos del país, con la idea de entreverar las obras de autores como Tirso de Molina, Shakespeare o Beaumarchais con las de grandes compositores como Mozart, Gounod o Rossini.

El resultado no puede ser más afortunado, porque los espectadores, sobre todo los más jóvenes, tienen referencias muy concretas de las primeras, del teatro, pero no siempre pueden tener acceso a las óperas y en general a la que hasta hoy se considera como «música culta», mucho menos al «bel canto».

Y ese es uno de los objetivos expresos de este ciclo, y de los que puedan realizarse hacia adelante: la formación de públicos para extender de este modo el gusto por el arte.

Diálogo a varias voces entre actores, cantantes y público

«El propósito de este enorme y espléndido grupo de gente de teatro y de ópera – señala Sylvia Rittner-, es comunicar, transmitir, difundir ópera, y encontramos que para esto tenemos a nuestra disposición múltiples formatos y espacios. En el espacio de biblioteca la ópera adopta su propia modalidad con un concepto escénico que parte del teatro, de la esencia dramática, dialógica, del teatro», lo que además recuerda sus orígenes a finales del siglo XVI en forma de camerata. Cada uno (teatro y ópera) tienen sus propios códigos, sus formas expresivas. Conjuntarlas y crear con ellas un espectáculo nuevo es un reto que todos los participantes estuvieron dispuestos a hacer.

Porque la formación de públicos es primordial para el crecimiento de un género que si bien no es nuevo en nuestro país, sí ha estado constreñido a un círculo selecto, aunque como señala el bajo Charles Oppenheim siempre ha existido público para la ópera en México. El problema, puntualiza, «es la falta de presupuesto, bajo el pretexto de que es un espectáculo elitista. Pero la gente llena los teatros en cada oportunidad, y llenaría todas las funciones que se le presentaran. El público es una parte; la otra es la de los actores y cantantes. Se requieren muchos años de estudio y preparación».

El mejor ejemplo, insiste, es que el público asiste a donde se escenifique un espectáculo como éste. «A mí me impresiona que venga gente a un sitio que no es propiamente un teatro, que tiene sus deficiencias… pero que al mismo tiempo es un monumento histórico». A la pregunta de si estamos listos para popularizar la ópera,  coincide en que ése no es el problema, como lo prueban los resultados mismos del ciclo,  sino de si habrá en el futuro los espacios suficientes, los apoyos institucionales que le permitan crecer y madurar, porque es evidente que se cuenta ya con una nueva generación de cantantes, actores, escenógrafos y directores que están dispuestos a apostar por ello, porque como concluye el tenor Dante Lorenzo Alcalá, hoy se puede apostar en México a una carrera como cantante de ópera, ya no es algo extraño, porque «el público de la ópera allí está. Lo que hace falta es hacérsela atractiva, saberlo invitar, convocar. Tenemos cantantes y público, sólo hacen falta más promotores».

abril 3, 2009 at 11:17 pm Deja un comentario

Estamos formando a la próxima generación de oyentes de ópera

Joé Lara, periodista. Nota publicada en Sala de Prensa de Conaculta.

Continue Reading abril 3, 2009 at 10:50 pm Deja un comentario

La ópera es un cuento con canciones

Entrevista. Periódico El Financiero. Sylvia Rittner habla de estrategias para la formación de públicos infantiles de ópera y música clásica.

Continue Reading abril 3, 2009 at 10:31 pm Deja un comentario


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